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Huellas de la Diversidad

Actualizado: 25 nov 2024

En cuanto a derechos y reconocimiento a las personas LGBTIQ+, Argentina tiene un marco legal ejemplar en el mundo. ¿Cómo llegamos hasta acá? ¿Quiénes son responsables de esos logros?


Noviembre es el mes del orgullo y junto a Huerta Espacio de Coworking, les invitamos a conocer a algunas de las personas que dejaron sus huellas:


Carlos Jauregui

Orgullo y visibilidad. Los derechos LGBTIQ+ no se escribieron desde el closet

La Comunidad Homosexual Argentina (CHA) fue una de las primeras organizaciones LGBTIQ+ en el país, fundada por Carlos Jáuregui tras la dictadura militar. Sin embargo, el retorno a la democracia no significó lo mismo para personas gays, lesbianas y trans, quienes seguían siendo marginadas. La CHA (@cha_argentina) y el activismo de Carlos fueron fundamentales para visibilizar la vulneración de derechos que se sufrían en la época.


La presencia LGBTIQ+ en la vía pública, los medios, las artes y la cultura es un fenómeno reciente en Argentina. En aquella época, el estigma era tal que las parejas homosexuales vivían en secreto y las personas trans no podían circular libremente.


Carlos Jáuregui se destacó por un activismo muy visible que permitió irrumpir la política bonaerense y darle lugar a los reclamos y exigencias del colectivo. En un contexto de mucha censura, dónde las personas asistían enmascaradas a la Marcha del Orgullo, Carlos entendió que la visibilidad era clave para el proceso de ampliación de derechos. Con su pareja fueron los primeros en exponerse en los medios dando inicio a un movimiento que fue cobrando cada vez más fuerza y seguridad.


Trágicamente, cuando su pareja falleció, Carlos fue desalojado, ya que el matrimonio entre personas del mismo sexo no era legal en ese momento. Esto lo motivó a impulsar el primer proyecto de unión civil en la Ciudad de Buenos Aires, que fue un antecedente clave para la Ley de Matrimonio Igualitario.


También luchó para que la “orientación sexual” se incluyera en la cláusula antidiscriminatoria de la Constitución porteña, organizó la primera Marcha del Orgullo en Buenos Aires y trabajó para liberar a mujeres trans detenidas injustamente.


Poco tiempo después de su muerte, Buenos Aires se convirtió en la primera ciudad de América Latina en condenar la discriminación por motivos de orientación sexual.




Diana y Lohana

¿En qué momento ser travesti dejó de ser un insulto?

“Ser travesti es un espejo”, dijo Susy Shock, refiriéndose a ser una identidad visible que despierta reacciones y devuelve, tanto los prejuicios como las propias búsquedas identitarias.  


Así como el movimiento gay, con el liderazgo de Jauregui, toman la visibilidad como primera acción táctica  en la lucha por el reconocimiento y la garantía de sus derechos. Con el activismo Travesti trans, ocurre similar y el empoderamiento pasó por resignificar un insulto a categoría política identitaria. 


Diana Sacayán y Lohana Berkins fueron dos de las activistas trans más influyentes en Argentina, luchando por los derechos de las personas travestis y trans en un contexto de extrema violencia y marginación. Ambas dedicaron sus vidas a visibilizar las problemáticas de su comunidad y a conquistar derechos fundamentales, desde el acceso a la salud y al trabajo, hasta el reconocimiento de su identidad.


Lohana fue fundadora de la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti y Transexual (ALITT) y una de las voces más potentes en la batalla por la identidad de género y los derechos de las personas travestis y trans. Diana, por su parte, trabajó activamente en la Asociación Internacional de Lesbianas, Gays, Bisexuales, Trans e Intersex (ILGA) y fue una de las principales impulsoras de la Ley de Identidad de Género. En el 2015, fue asesinada en un crimen de odio, convirtiéndose en un poderoso símbolo de resistencia.


El trabajo de ambas fue clave para desarrollar estadísticas y archivos que argumenten las brechas de las personas travesti-trans y no binarias, así como impulsar otros  procesos legales como el del cupo laboral trans en cargos públicos.


Si te interesa investigar más sobre el tema,  te recomendamos revisar los libros “Cumbia, copeteo y lágrimas.” y “La Gesta del Nombre propio”, básicos para el transfeminismo.



Movimientos de mujeres los '70

¿Dónde están las lesbianas?

El sótano estaba en Pasaje San Lorenzo 391, en San Telmo. Una puerta de madera verde, cerrada con candado, resguardaba un intenso movimiento de lucha de clases y sociabilidad lésbica que comenzó durante la dictadura cívico-militar argentina y continuó hasta los años 80.


Marta Ferro y su pareja lo alquilaron con la intención de montar un taller de arte, pero rápidamente se convirtió en un espacio clave de articulación entre artistas, activistas de izquierda y lesbianas movilizadas por la lucha de clases. Las mujeres acudían no solo para reflexionar sobre sus identidades como mujeres, sino también para encontrar una oportunidad de identificarse plenamente entre ellas: política, cultural y sexualmente, y desde toda su sensibilidad.


Marta fue expulsada de su núcleo familiar y vivió con su abuela mientras estudiaba letras y filosofía. Sus compañeras la describen como una persona carismática, con grandes habilidades de liderazgo y un toque de magia. Militaba en el Partido Socialista de los Trabajadores, una agrupación de orientación trotskista que era de las pocas en incorporar las reivindicaciones del movimiento de liberación de las mujeres en su programa político y que permitía algunas “desviaciones”.


En ese momento, “lesbiana” no era una identidad política consolidada ni comúnmente adoptada. La agenda política giraba más en torno a la “liberación de la mujer”, lo que subordinaba el lesbianismo al discurso feminista. Aunque en ese entonces la visibilidad lésbica no aparecía como demanda política, la asociación feminista-lesbiana sigue siendo un estereotipo vigente.


Hasta su desmantelamiento en los años 80, el sótano de San Telmo funcionó como un espacio de resistencia en la clandestinidad. No existe un archivo exhaustivo que recupere las historias del lesbianismo y el feminismo de la segunda ola en Argentina. Crear memoria implica enfrentarse a silencios, prejuicios e invisibilidad.


Mauro Cabral

¿Qué significa la I en LGBTIQ+?

La I es por Intersex, algunas estadísticas dicen que hay tantas personas intersex como pelirrojas en el mundo.


La intersexualidad es una amplia gama de variaciones naturales en las características sexuales de una persona, ya sea en genitales, gónadas, hormonas, cromosomas u órganos reproductivos. En ocasiones, estas características son visibles desde el nacimiento, otras veces aparecen en la pubertad, y en ocasiones no son físicamente evidentes en absoluto. Es más común de lo que se cree, 1 de cada 150 personas nace intersexual.


Mauro Cabral es un académico y activista muy reconocido por su trabajo en promoción de derechos y despatologización de las personas intersex y trans. Es una de las tres personas latinoamericanas en firmar los Principios de Yogykarta, que encuadra la legislación internacional de derechos humanos en relación a la orientación sexual y la identidad de género.

Los principios de Yogyakarta es una de las herramientas legales básicas para promover leyes y políticas públicas en pos de la erradicación de la discriminación y las violencias hacia la población sexo-diversa. 


El activismo de Mauro Cabral colaboró significativamente a la aprobación de la  Ley n° 26.743 de Identidad de Género en Argentina en abril de 2012. Además coordinó el trabajo de reforma de la Clasificación Internacional de Enfermedades de la Organización Mundial de la Salud, institución que hasta el 2012 patologizó las identidades trans.


En sus trabajos y clases, él ha descrito cómo su cuerpo fue considerado diferente o "incompleto" durante su niñez y adolescencia, por lo que tuvo que atravesar importantes cirugías y varios años de procedimientos invasivos.  Realidad compartida para gran parte de las identidades intersex, quienes hoy luchan para que se detengan y prohíban las mutilaciones genitales a infancias intersex, llamadas cirugías de corrección.




Excepto por Mauro Cabral, el resto de las personas que mencionamos en este post, no llego a ver consagrados los resultados de su lucha.  


Independientemente de eso, su trabajo como activistas, divulgadoras y divulgadores, expone las brechas de acceso a derechos humanos.


Sus luchas, lograron hacernos más libres al reemplazar máscaras por orgullo, escondites por organizaciones sociales/políticas, y experiencias individuales en grandes movimientos que irrumpieron en el congreso.


Para conoce otras luchas, seguinos en instagram.




 
 
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